LA GENERACIÓN DEL 70: Los que tuvimos una infancia humilde recordamos con nostalgia
aquellas temporadas decembrinas llenas de carencia pero paradójicamente también
llenas de mucha alegría. Por aquellas tierras sucrenses nunca paso papa Noel,
los contados y modestos arbolitos de navidad eran estériles y nunca apareció un
regalo al pie de su tronco y el niño Jesús,
nacía cada año olvidándose de los regalos de aquel humilde contingente
de infantes que moraban por aquellos parajes. Pero estas no eran razones
suficientes para matarnos la alegría e ilusiones. Para aquella época, cualquier
objeto de la vida diaria que generalmente carecía de valor se convertía con
nuestra imaginación en un maravilloso juguete. Palos, tapas de refrescos, envases
de todo tipo y hasta las conchas de crustáceos que generosamente nos regaba el
Mar, formaban parte de nuestra preciada caja de juguetes. Los más afortunados accedían
a juguetes más elaborados, como los trompos, perinolas, pichas o metras y los
famosos Yoyos. Lo importante de esto era nuestra gran capacidad de ser felices.
Nada ni nadie limito aquellas
generaciones de un pasado no tan lejano a disfrutar con lo poco que se podían
procurar y que se apreciaban como
juguetes. LA GENERACIÓN DEL 2000: Nada satisface a estos muchachos. Cada uno
exige a sus progenitores los juguetes más costosos, los que están de moda, los
que salen en la televisión. Realmente ya no son juguetes, son sofisticados
equipos electrónicos, computadores, celulares o maquinas de videojuegos que
terminan anulando cualquier indicio de imaginación y creatividad. La
temporalidad es otro problema. Estos juguetes apenas entretienen a esta nueva generación
solo escasos días, con suerte algunas semanas, porque luego de ese tiempo ya no
les gusta o no les da nota, y van a parar arrumados al fondo del garaje de sus
casas, como si de costosas chatarras se tratase. Lo peor es que los padres
hablan en medio de una terrible ignorancia, que estos si son juguetes dignos
para sus hijos, aun cuando la palabra dignidad nada tiene que ver con el deseo
lujurioso de poseer lo mas costoso y sofisticado para satisfacer el ego de un
infante por breve tiempo y no para entretenerse con los mismos. Con estos
valores se van formando los hijos de esta generación y después cuando crecen
como infelices maquinas consumistas incapaces de obtener felicidad y
satisfacción alguna con nada ni con nadie, entonces vienen los lloros y el
crujir de dientes de los padres!!!.

jueves, 24 de septiembre de 2009
Nuestro objetivo...
Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor. Este blog fue creado por hombres idealistas, que aun creen en la dignidad del trabajo, en la etica, la moral, la decencia y la probidad. Su objetivo es denunciar a los hombres cuantitativos, sin ideales, cuyo unico proposito es lucrarse de las arcas publicas, sin remordimientos, sin reparar en consecuencias, y sin medida a su ambision degenerada, burda, glotona y grosera. Hoy prendimos el Ventilador, pobre de aquel que le salpique...LOS PONDREMOS AL DESCUBIERTO!!!